Bendita la luz de tu mirada, esa que no llega regalada
llega tras años de ceguera escalonada
de poemas de días de verano ensartados en limones anaranjados
Bendita esa luz, que es lumbre de todo sol
envidia de todo cielo
y que desafía el destino
Bendita esa luz que dispara estrellas
e imagina constelaciones de planetas de ellas
robadas al cielo de la noche clara y fría ya
con esa frialdad sobrevenida y esa claridad
que es estupor como motor
que a golpe de palabras afronta un mundo loco
que a golpe de verso deja todo inverso
y llega a cualquier universo
con la dificultad de una timidez
que solo pasa una vez
como las estrellas fugaces
de las noches polares o lunares
bendita la luz de mi mirada casi tuerta
que acierta a ver lo que otros no ven
en la mirada de sinceridad entera
de correveidiles que de nada sirven
pues mi mirada es sincera, sencilla y algo miope
pero su paz y amor
llegan en el albor
cuando tras la noche cerrada
los ojos entornan cualquier dolor