Como una tonta atada a un lápiz
tengo mi vida de ellos repleta
lápices de colores, de mil sabores
los negros y sobrios para marcar la forma
los de colores para pintar lo dibujado
pinto mal
y dibujo peor
pero nadie dijo que por hacerlo mal
debí no hacerlo
así que a veces cojo uno de esos lápices
y me aventuro a dar forma a, muchas veces, un churro
pero me gusta la tranquilidad que aporta
fijarte en el objeto por pintar
y darle forma sin cesar
con mis lápices sé que no tengo nada
es una buena metáfora
los compré pero si no los utilizo
no son nada
así que espero darles utilidad
lejos de recogerme el pelo con ellos
pintar un mundo bello
o fijarme en lo que he de dibujar
centrarme en el objeto
y desvariar con el lápiz en mano
así afinar mi puntería
y fijarme en las cosas que pasan desapercibidas
una silla, un florero, un gato adormecido
a los pies de una lámpara
que le da luz y ampara
me gustan los lápices
me gusta ponerme a dibujar sin nada claro terminar
esbozar lo que quiero hacer
para dejarlo sin hacer
así soy
un proyecto inacabado
un lápiz de colores contrapuestos
que está por ver
qué coge de repuesto o cómo arregla el entuerto
de no decidirme jamás a pintar o dibujar recto
pues nada es torcido o quizá todo lo esté
como esas frases
que uno ha de leer
que más rectas no pueden ser
no sé por qué equivoco al lector o a mí misma
si la verdad es una desdicha coloreada con lápices
de libertad
entre formas que aprisionan
su voluntad