Jamás me interesó la política hasta que comenzó a gustarme la filosofía. Entonces me di cuenta que pensar por una misma es lo más libre y cruel que puede suceder, cruel porque te das cuenta de la estupidez humana, del camino o la pisada del poder, que consiste en cargarse o acabar con todo o todos los posibles adversarios , para gritar de júbilo, que todos piensan como tú, a los demás los exterminaron, en un campo de concentración o en una ráfaga sin perdón ni lástima.
Odio los políticos, su elocuencia, su saber hablar y su nunca saber estar. Menos mal que el hombre de a pie es un ente que siente y padece, claro, lo que los políticos deciden, que son rápidos en pensar y lentos en cavilar. Que si de mi dependiera ni democracia no monarquía ni leches, todo sería , como lo es, la autocracia de la estupidez.