Sí elevada al cielo, ni a la enésima potencia ni al infinito sino al propio cielo. Me encanta esta expresión refiriéndose a la Virgen María.
Me chifla.
Porque refleja lo que siento, esa admiración, esa realeza de ser la Virgen elevada al cielo. Porque Virgen María sólo hay una y me la imagino llena de gracia , de ternura de belleza y siempre, siempre elevada al cielo.
Porque que iba a ser sino un cielo esta Virgen nuestra que se me antoja valiente, generosa y entregada.
Tantos adjetivos positivos encuentro para la Virgen, que ya olvidé todo mal que procedía de un mar de tinieblas y oscuridad ansiosa robada a una rabia de desconocimiento.
El mismísimo desconocimiento de que la Reine Elevada al Cielo, me ama, nos ama, y yo devuelvo ese amor en pecados sin perdón o con él, pero sé que la piedad de esta Virgen nuestra, mía, me perdona.
Y aún así vuelvo a mis pecados como tonta que tropieza mil veces con la misma piedra, pero la gracia andalusí de la Virgen María me arrebata y está elevada al cielo.
¡Qué bonita expresión!
La misericordia divina me acompaña mientras caigo, pero sé que de todo pecado algo se aprende.
Pero lo que viene por naturaleza es que la Virgen está elevada al cielo, elevada al cielo.
Olé