Estaba en Ciencias Ambientales, deseaba parecerme a mi padre profesionalmente, pero no tardaría en reconocer que no estaba yo a la altura.
El trabajo parecía sencillo: escribir sobre las propiedades de las piedras por nosotros recogidas. Por supuesto me salté todas las excursiones para buscarlas, en mi casa habitaban piedras de incalculable valor geológico, lo sabía.
Lo que jamás puede adivinar es que hice mi peor trabajo, mi peor trabajo sobre las piedras mejores que tenía. Como la vida misma, tengo lo mejor, el mejor material y no me refiero a lo material sino trascendiendo más allá, no sé si me explico bien.
El caso es que no rindo desde hace mucho tiempo. No pongo ese carácter que me caracteriza no dejo mi impronta, ni siquiera en una triste piedra.
Y , para mi sorpresa, cuando fui a recoger mi mejor bolsa con mis mejores piedras, estaba cargada de energía negativa , de una rabia contenida, como si alguien se hubiera percatado del despilfarro.
Así que hoy trato de poner mi esfuerzo en casi todo lo que hago, quizá en el fondo se trate de eso, de dejar todo tu esfuerzo aunque sea en una mísera piedra, pero dejarte el sudor, dejarlo.
Es algo que me cuesta, lo reconozco , y me pesa como una bolsa llena de piedras. Me ahoga , me ahoga como si me asiera a esa bolsa y no pudiera quitarme el san benito de encima.
Así que espero, a partir de ahora, dejarme el sudor literalmente en cada piedra del camino.